Nuestra Historia

Cerrado hasta próxima temporada

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En el paraíso todo sabe mejor

En el corazón de la hermosa playa del Puntal, el Chiringuito El Puntal Tricio tiene sus raíces en una historia llena de esfuerzo, dedicación y un profundo amor por la comunidad. Era el año 1945 cuando las familias de Ricardo y Tricio comenzaron a llevar a los santanderinos al Puntal. En aquellos primeros días, los pasajeros desembarcaban de las lanchas a través de una improvisada tabla-pasarela, un artilugio que, aunque rudimentario, ofrecía a muchos la emoción inesperada de un baño imprevisto en las frescas aguas del Cantábrico.

El Puntal pronto se convirtió en un lugar de moda, un rincón paradisíaco que atraía a más y más visitantes. Sin embargo, cuando las dos familias solicitaron a los organismos oficiales la construcción de un embarcadero, se encontraron con un rotundo no. Pero a los cántabros no hay quien los pare. En 1970, los Ricardo y los Tricio decidieron tomar cartas en el asunto. Con sus propias manos, talaron árboles del bosque cercano, prepararon pilotes y tablas, y construyeron, de manera totalmente artesanal, la primera pasarela del Puntal, todo con el permiso de la Junta del Puerto.

La creación de este embarcadero no solo fue un logro arquitectónico, sino un símbolo de la tenacidad y el ingenio de estas familias. Año tras año, el embarcadero del Puntal se convirtió en un testimonio de celebración de la vida, un lugar donde los visitantes podían reconciliarse con el mundo y encontrar felicidad.

En 1977, con el traspaso de los dominios a Costas, las familias volvieron a solicitar el permiso necesario, asegurando así la continuidad de este rincón especial que reparte toneladas de felicidad entre los santanderinos.

Hoy, el Chiringuito El Puntal Tricio sigue siendo un testimonio vivo de esta rica historia, ofreciendo a todos los que cruzan su umbral no solo una comida excepcional, sino también un pedazo de la historia y el espíritu de perseverancia y amor de sus fundadores.